Día festivo en el barrio del Cerro del Águila. Suena de fondo el Himno de Andalucía, y ya asoma por el cancel de la puerta el palio de la Emperatriz de los Cielos. La Madre de los Dolores, la que atraviesa tu alma cuando te mira frente a frente. Pétalos, palomas, júbilo, fervor... Así reza el Cerro cada jornada de Martes Santo.
Calle de la Feria. El Señor de las Almas estremece con sólo mirarlo. Qué cara de dolor, cuánto cansancio... Detrás, para consolarlo, va su Madre, la Virgen niña de Gracia y Amparo.
Pericia costalera allá por la Puerta Carmona, cuando las zapatillas costaleras rachean por el suelo para que su Madre de los Desamparados salga a las calles de Sevilla, atravesando una puerta imposible. Una puerta que cada año se ensancha y hace el milagro de poder ver al Señor de la Salud y Buen Viaje, repartiendo arte allá por la Casa de Pilatos.
Silencio en la Universidad. El Señor de la Buena Muerte, la joya que gubiara Juan de Mesa, avanza por la lonja, mientras un palio de ensueño va tras sus pasos. Es la Virgen de Angustia, una verdadera reina, que pasa tal vez un tanto desapercibida para el gran público.
¿Puede una dolorosa ser tan humana y bella a la vez? Qué gracia a su paso, qué sinfonía celestial ofrece la orfebrería de su palio. Bendita Encarnación Coronada, que llorando vas tras el hijo Presentado, que ensangrentado en una cruz morirá.
Qué arte el que bordara tus bambalinas de plata, qué arte el que gubiara tu carita de cera y nácar, y qué arte tiene Sevilla para arroparte y adorarte, Virgen de la Candelaria.
Por San Lorenzo, un hombre es abofeteado ante la atenta mirada del pueblo sevillano. Y tras Él, el Dulce Nombre de María, que embelesa a todo aquél que la mira, le reza y piropea. Mientras, San Juan muere de celos al ver cómo Sevilla va cortejando a la flor más bella de su jardín.
Sevilla en estado puro es esta hermandad, que parte del barrio señero de Santa Cruz. Obra de arte, el Señor de las Misericordias, con una madre que va llorando y rezando a sus pies. Cierra la jornada el primor y la sensibilidad del palio de la Virgen de los Dolores.
Calle de la Feria. El Señor de las Almas estremece con sólo mirarlo. Qué cara de dolor, cuánto cansancio... Detrás, para consolarlo, va su Madre, la Virgen niña de Gracia y Amparo.
Pericia costalera allá por la Puerta Carmona, cuando las zapatillas costaleras rachean por el suelo para que su Madre de los Desamparados salga a las calles de Sevilla, atravesando una puerta imposible. Una puerta que cada año se ensancha y hace el milagro de poder ver al Señor de la Salud y Buen Viaje, repartiendo arte allá por la Casa de Pilatos.
Silencio en la Universidad. El Señor de la Buena Muerte, la joya que gubiara Juan de Mesa, avanza por la lonja, mientras un palio de ensueño va tras sus pasos. Es la Virgen de Angustia, una verdadera reina, que pasa tal vez un tanto desapercibida para el gran público.
¿Puede una dolorosa ser tan humana y bella a la vez? Qué gracia a su paso, qué sinfonía celestial ofrece la orfebrería de su palio. Bendita Encarnación Coronada, que llorando vas tras el hijo Presentado, que ensangrentado en una cruz morirá.
Qué arte el que bordara tus bambalinas de plata, qué arte el que gubiara tu carita de cera y nácar, y qué arte tiene Sevilla para arroparte y adorarte, Virgen de la Candelaria.
Por San Lorenzo, un hombre es abofeteado ante la atenta mirada del pueblo sevillano. Y tras Él, el Dulce Nombre de María, que embelesa a todo aquél que la mira, le reza y piropea. Mientras, San Juan muere de celos al ver cómo Sevilla va cortejando a la flor más bella de su jardín.
Sevilla en estado puro es esta hermandad, que parte del barrio señero de Santa Cruz. Obra de arte, el Señor de las Misericordias, con una madre que va llorando y rezando a sus pies. Cierra la jornada el primor y la sensibilidad del palio de la Virgen de los Dolores.
Sergio Marchal.